La Empresa Familiar como un videojuego

Martin Quiros

Las empresas familiares representan un gran desafío, y como consecuencia, tienen grandes recompensas. Casi como si jugáramos un videojuego. ¿Recuerdan el Pacman? Ese personaje redondo, amarillo, que debía sortear obstáculos siendo perseguido por fantasmas, quienes podían ser eliminados cuando Pacman comía los alimentos que le daban un “superpoder”.

Alguna vez, ¿se imaginaron que los hijos podían ser Pacman? Sí, ¡así como suena! Los hijos van haciendo un recorrido, comiendo las pequeñas bolitas del camino, que podríamos comparar a los desafíos, las motivaciones, el éxito, los resultados.

Pero estos jugadores son perseguidos por los fantasmitas, ¿se imaginan quiénes son? Miedos y frustraciones, son algunos de ellos. Pero hay otro fantasma que parece que nos persigue con mayor intensidad, que come más fuerte: es la mirada de los padres, de los líderes, sobre ese hijo en su recorrido. “¿Qué van a decir si me va mal?” “¿Qué van a pensar los empleados?” “Mi papá siempre se mete en lo que hago, seguro lo estoy haciendo mal” Entendamos que, en las pymes familiares, los riesgos, o los fantasmitas, son mayores, porque son más personales.

Y entonces, ¿cómo hacemos que Pacman llegue al alimento que le da superpoder y pueda enfrentarse a los temores y desafíos propios del negocio? Empezando de a poco, así como los videojuegos, que nos plantean dificultades que van aumentando en cada nivel. En los primeros niveles, los fantasmas que persiguen a Pacman van más despacio, y a medida que avanza en los niveles, son más veloces. Pero claro, la destreza de nuestro jugador, también es mayor. Y es que, si nunca pudiéramos salir del nivel 1, ¿acaso seguiríamos jugando? Claro que no, nos frustraríamos, y seguro cambiaríamos de juego. Si un hijo elige irse de la empresa familiar porque no tiene desafíos o porque estos fantasmas son demasiado veloces y no le permiten tener logros, todos pierden: la empresa, el fundador, los accionistas y, principalmente, ese hijo que se fue.

Para que nuestro Pacman pueda adquirir esas destrezas que le permitan subir de nivel, vamos a asignarle una “baldosa”. O sea, la idea es consensuar con los fundadores el manejo de un espacio determinado dentro de la empresa, donde los hijos puedan actuar y probar sus decisiones con autonomía.

Que sería ir subiendo de nivel en la actividad del seguro?  Empezar por áreas que no impliquen riesgo  para el negocio y que los hijos vayan tomando confianza y cada vez tomando más responsabilidades

Y ahora quiero hablarle a Pacman, a vos hijo que intenta abrirse camino en el liderazgo de la empresa familiar. Lo primero que tenemos que entender es que es nuestra responsabilidad cuidar el área que tenemos a cargo y hacerla exitosa. Buscar resultados que permitan que nos midamos, es decir, objetivos medibles y resultados cuantificables. No confundir mejoras superficiales con el verdadero progreso: mejorar lo que ya existe no es suficiente, para fortalecer la autoestima tenemos que poder medir los logros. Tenemos que ir de a poco, y luego ir sumando resultados, autoestima y aumentar la capacidad de mérito propio, solo así nos permitiremos luego enfrentar desafíos mayores.

Es posible superar a los fantasmas de este juego mediante la definición de metas alcanzables y medibles, construyendo gradualmente la autoestima y acumulando logros. Solo así podrán enfrentar desafíos mayores y alcanzar el éxito en el mundo empresarial.

Si te interesa obtener sin cargo el libro de Martín Quirós “De hijos a líderes” solo tenés que seguirlo en Instagram en @martinpyme y enviarle un mensaje diciendo que eres lector de la revista Asegurando.