Un corazón abierto para los niños en hogares de tránsito

FAPASA

En la ciudad de Santa Fe, Néstor Trucco no solo es reconocido como un dedicado Productor Asesor de Seguros desde 1974, sino también como un hombre que, junto a su esposa, ha hecho del amor y la solidaridad una forma de vida. Durante décadas, esta pareja ha brindado un hogar transitorio a cientos de niños derivados por la Justicia a sitios de tránsito.

La propuesta de ser un hogar de tránsito surgió de su esposa, también Productora Asesora de Seguros, quien vio en esta labor una oportunidad para ofrecer contención y afecto a menores en situaciones vulnerables. Desde entonces, cada niño que llegó a su casa fue recibido como un integrante más de la familia, compartiendo escuela, juegos y cariño como si siempre hubiesen pertenecido allí.

“Mientras los niños estaban en nuestra familia, eran un hijo más. La atención era completa: salud, educación y, sobre todo, amor. Su estadía, aunque temporal, dejaba una huella imborrable en todos nosotros”, recuerda Néstor.

“Cada familia que asume este compromiso se convierte en un agente de cambio”

Los hogares de tránsito, como explica Néstor, son una medida de protección temporal diseñada para garantizar un entorno familiar y evitar que los niños sean derivados a instituciones como orfanatos o asilos. Estos espacios están pensados para proteger al menor mientras la Justicia resuelve su situación, ya sea la reintegración a su familia de origen o la adopción. A pesar de su noble labor, estos hogares también enfrentan desafíos importantes.

En 1984, junto a otras familias, Néstor y su esposa fundaron la Asociación Hogares de Tránsito de Santa Fe. Durante más de 25 años, esta organización llegó a albergar a 1.250 niños, algunos por horas y otros durante años. Las demoras judiciales llevaron a que muchos menores terminaran siendo adoptados por las mismas familias que debían cuidarlos de forma transitoria, algo que en principio no estaba previsto. “Es imposible no generar un vínculo profundo. ¿Cómo abandonás a un niño que estuvo en tu casa durante siete años?”, confiesa Néstor.

Para él y su familia, cada despedida fue dolorosa. Sin embargo, también fue motivo de alegría, sabiendo que esos niños encontrarían su lugar definitivo. Aun así, algunos de ellos regresan años después para agradecer, compartir sus logros y presentarles a sus propios hijos. “Es emocionante ver cómo aquellos pequeños que un día llegaron a nuestra casa con historias difíciles, hoy son adultos que construyeron sus vidas”, relata con orgullo.

“Es emocionante ver cómo aquellos pequeños que un día llegaron a nuestra casa con historias difíciles, hoy son adultos que construyeron sus vidas”

El legado de los hogares de tránsito no es solo el impacto en los niños, sino también en las familias que los reciben. “La tarea de ser un hogar de tránsito es lindísima. Recibís mucho más de lo que das. Ver las sonrisas de esos niños y sus logros es indescriptible”, afirma Néstor, quien anima a otros a abrir sus corazones y hogares a esta experiencia transformadora.

Además de los beneficios emocionales para los niños y las familias transitorias, los hogares de tránsito cumplen un rol esencial en la sociedad, sensibilizando sobre la importancia de la protección de la niñez. Cada familia que asume este compromiso se convierte en un agente de cambio, demostrando que con pequeños actos de amor y dedicación se pueden transformar realidades. Este trabajo no solo deja una marca en los niños que pasan por los hogares, sino también en la comunidad que observa y se inspira en este ejemplo de solidaridad.

“Con amor y compromiso, podemos transformar vidas y construir un futuro mejor”

Hoy, los hogares de tránsito en Santa Fe siguen siendo un pilar fundamental para brindar un entorno seguro y afectuoso a menores en situación de vulnerabilidad. Historias como la de Néstor Trucco nos inspiran a abrir nuestros corazones y recordar que, con amor y compromiso, podemos transformar vidas y construir un futuro mejor.