Los grandes siniestros y sus exigencias técnicas: lecciones que deja el caso Ezeiza

FAPASA

El incendio ocurrido en un polígono industrial del partido de Ezeiza volvió a poner bajo la lupa el trabajo técnico que se despliega cuando el daño es masivo y complejo. Virginia Alarcia, presidente de la AALPS,  analiza el rol del liquidador como actor central en la evaluación, cuantificación y encuadre de siniestros de gran magnitud.

Por Virginia Alarcia,  Presidente de la AALPS
(Asociación Argentina de Liquidadores y Peritos de Seguros) 

Cuando un siniestro supera la escala de lo habitual, el desafío deja de ser solo operativo y pasa a ser eminentemente técnico. El reciente incendio en un polígono industrial de Ezeiza expuso, una vez más, la complejidad que enfrentan aseguradoras y asegurados al momento de determinar causas, alcances y pérdidas económicas. 

“Cuando un siniestro supera la escala de lo habitual, el desafío deja de ser solo operativo y pasa a ser eminentemente técnico”

En ese escenario, la tarea del liquidador resulta decisiva, pero no actúa en soledad. La coordinación técnica con el Productor Asesor de Seguros, que conoce en profundidad el riesgo, la cobertura contratada y la situación del asegurado, se vuelve una condición necesaria para ordenar el proceso desde el primer momento. 

Rol del liquidador en un siniestro complejo y mediático

En un siniestro como el de Ezeiza, el rol del liquidador es, básicamente, ordenar el caos y, luego, como en cualquier otro siniestro, pronunciarse sobre el derecho del asegurado a la indemnización una vez cumplimentado el procedimiento necesario para convalidar el perjuicio, recayendo sobre él la responsabilidad de toda iniciativa de hacer buen uso de las garantías de la póliza. Cuando la destrucción es total, la escena queda atravesada por la intervención judicial, la fuerte presión mediática y la incertidumbre de todos los actores, alguien tiene que construir un marco técnico que inspire confiablidad, y es precisamente del Liquidador de quien, en la generalidad de los casos, se espera esa respuesta. En una síntesis poco pretenciosa, es nuestro trabajo verificar qué estaba asegurado, qué existía realmente antes del evento, cuál es la magnitud del daño y cómo encaja todo eso en la póliza. Y es aquí cuando los liquidadores debemos actuar con método y criterio, para contribuir a que el seguro cumpla su función, es decir, indemnizar lo que efectivamente corresponde, sin arbitrariedad y sin improvisaciones.

Desafíos técnicos frente a fuego, explosión y sustancias peligrosas en un escenario tan heterogéneo

La combinación simultánea de una explosión, un incendio de gran desarrollo expansivo y la presencia de materiales peligrosos configura un escenario de alta complejidad técnica, que exige, en primer término, comprender con precisión qué ocurrió desde el punto de vista físico y operativo. En este tipo de eventos se superponen fenómenos tales como deflagración, onda expansiva, elevadas cargas térmicas y posibles reacciones químicas, cuya secuencia resulta determinante para interpretar la dinámica del siniestro, evaluar la extensión real de los daños y analizar eventuales responsabilidades. A ello se suma el encuadre normativo específico aplicable al almacenamiento y manipulación de sustancias peligrosas, que constituye un elemento técnico ineludible del análisis, aun cuando los restos materiales pudieran haber desaparecido por completo.

“En un siniestro como el de Ezeiza, el rol del liquidador es, básicamente, ordenar el caos”

Comprendido ese marco general, surge el segundo gran desafío, caracterizado por la imposibilidad de verificar físicamente las afectaciones. Una explosión seguida de un incendio, o viceversa, que arrasa estructuras completas elimina toda posibilidad de evaluación material directa con el sitio siniestrado. En ese contexto, la reconstrucción de la situación preexistente debe abordarse a partir de observaciones indirectas del predio, necesariamente orientadas por quienes tenían a su cargo la organización de los almacenajes, la disposición de las mercaderías y la operatoria logística cotidiana. Sobre esa base, y mediante el análisis de layouts, flujos operativos y criterios habituales de estibaje, es posible extraer conclusiones técnicas que permitan esbozar cubicajes, estimaciones volumétricas y otros recursos de comprobación compatibles con la naturaleza de un evento que borró toda huella física de lo que allí existía.

Finalmente, los resultados que pudieran lograrse a partir de esa reconstrucción oficiosa, encontrarán en el análisis documental, las bases necesarias para el eventual respaldo ratificatorio o bien la herramienta para la corrección de posible desvíos, siempre dentro de márgenes desde luego razonables. En la generalidad de los casos, los Liquidadores solemos apelar a registros de sistemas confiables, inventarios informáticos, y demás constancias que permitan asegurar la consistencia del análisis, dentro de un razonamiento técnico único y defendible.

Cómo detectar el infraseguro y qué impacto real tiene

El infraseguro suele detectarse bastante antes de hacer cálculos finos. Cuando la suma asegurada no guarda una relación razonable con el volumen de operación, la rotación de mercadería o los valores habituales del rubro, ya aparece una primera señal de alerta. Lo mismo ocurre cuando los costos declarados no reflejan la estructura económica real del negocio.

Ahora bien, es importante distinguir dos situaciones. En un escenario de destrucción total, la suma asegurada actúa como límite máximo de indemnización, dado que si el daño supera ese monto, el excedente queda necesariamente a cargo de la empresa por un aseguramiento insuficiente. En ese caso, el infraseguro no reduce la indemnización, sino que delimita hasta dónde llega la cobertura.

“En siniestros totales, lo único verificable es lo que está documentado”

En cambio, cuando se trata de una pérdida parcial, el infraseguro sí tiene un efecto directo. La aseguradora responde en la medida del riesgo que efectivamente asumió, respetando la equivalencia entre capital asegurado y prima cobrada. Esto puede generar reducciones proporcionales significativas y modificar de manera sustancial la economía del siniestro y la expectativa del asegurado.

Cómo construir una valuación justa en daños parciales

Cuando el daño no es total, el primer desafío consiste en determinar con precisión qué parte de la funcionalidad operativa se ha perdido, en términos de qué comprendía tanto en el orden edilicio como del contenido en sus diversas composiciones. Para ello se aplican criterios que combinan técnica y razonabilidad; es decir, el análisis del costo de reparación frente al costo de reposición, la eventual depreciación en los casos pertinentes, la evaluación de la integridad estructural o mecánica de los bienes afectados y, como premisa central, el principio indemnizatorio que impone resarcir el daño real, sin generar aprovechamientos indebidos.

Ahora bien, en la práctica existe otra situación posible, además de las alternativas de comprobación formales y estrictamente verificables. En siniestros complejos, donde la realidad de los hechos excede el marco de los recursos de comprobación disponibles, se plantean cuestionamientos y, producto de estas desavenencias, las partes no logran arribar de inmediato a un acuerdo técnico “cerrado”, cobra relevancia la instancia de negociación. En ese escenario, el rol del liquidador no se limita a la mera cuantificación, sino que debe requerir la intervención del asegurador para construir convenciones razonables que permitan arribar a un cierre, preservando el equilibrio del contrato y la equidad entre las partes.

“Una valuación justa no es únicamente el resultado de una operación matemática”

Una valuación justa, entonces, no es únicamente el resultado de una operación matemática. Es el producto de un análisis técnico consistente, adecuadamente documentado y, cuando las circunstancias lo exigen, complementado por acuerdos razonables que permitan resolver el siniestro aun en contextos de incertidumbre material. Esa combinación de rigor y criterio es la que vuelve defendible y sostenible el ajuste y, desde luego, evita situaciones litigiosas.

La articulación con PAS y brokers

En siniestros de gran envergadura, el liquidador no puede ni debería trabajar de manera aislada. El productor asesor y el broker cumplen un rol decisivo, no solo en la obtención oportuna de la información necesaria, sino también en la correcta canalización del vínculo con el asegurado. Son ellos quienes ayudan a ordenar al cliente en su rol de emisor de información técnica, transmitiéndole la confianza de que los requerimientos y exigencias formulados por el liquidador responden a criterios objetivos, razonables y guiados por la más absoluta buena fe.

Cuando esta articulación funciona adecuadamente, la documentación fluye de manera completa y consistente, se reducen las resistencias naturales que suelen aparecer en siniestros complejos y el proceso avanza con mayor previsibilidad. Por el contrario, cuando ese engranaje falla, el siniestro tiende a estancarse, se multiplican los intercambios improductivos y se dilatan innecesariamente los plazos de verificación.

“El seguro funciona bien cuando el riesgo está bien declarado, debidamente suscrito, y el análisis técnico puede apoyarse en información completa y verificable”

En mi experiencia, ello se gestiona en línea con informaciones previas al productor y bróker, mediante un esquema de trabajo claro y explícito, donde los requerimientos formulados por escrito deben ser concretos y exentos de ambigüedades, definición de prioridades, plazos razonables y la utilización de un canal único de intercambio como rasgo de ineludible importancia para evitar los “malos entendidos”. Este encuadre no solo reduce el “ruido” operativo, sino que ordena expectativas y acelera sustancialmente la etapa de comprobación.

Ejemplos de cómo una buena coordinación mejora la experiencia del asegurado

En varios casos industriales, la intervención temprana del PAS permitió obtener inventarios o reportes de sistemas antes de que los depósitos quedaran bajo clausura judicial.  Si esos documentos no se reúnen a tiempo, el asegurado queda expuesto a demoras interminables. Una buena coordinación puede ahorrar semanas de trabajo.

El impacto del cierre judicial del predio y cómo se trabaja sin acceso

La imposibilidad de ingresar, como ocurrió en Ezeiza, obliga a cambiar la lógica, dado que existe una ventana de tiempo que impide verificar físicamente, y debe ser reemplazada por verificaciones documentales. Eso significa adelantarse y pedir todo antes: facturas, bills of lading, registros de WMS, comprobantes de nacionalización, estructuras de costos. Cuando el acceso finalmente se habilita, muchas veces ya no queda nada para verificar y lo único que importa es lo que se logró reconstruir.

La demora judicial condiciona, pero no debería detener el trabajo si el método es sólido.

Tecnología útil en siniestros industriales

La tecnología sirve cuando mejora la previsibilidad del circuito despejando incertidumbres. Hoy, herramientas de registro digital, análisis de imágenes, modelos sofisticados de contralor aplicados a documentación masiva son aliados concretos. 

No se trata de reemplazar al liquidador, sino de darle más precisión y velocidad en escenarios donde cada minuto y cada dato cuentan, y dotarlo de herramientas eficaces para cumplir con el objetivo de comprobación y ajuste.

Aprendizajes para el mercado asegurador

Un siniestro como el de Ezeiza obliga a revisar varias cuestiones:

    • La cultura del aseguramiento: sumas adecuadas, revisiones periódicas y declaraciones realistas.
    • La prevención industrial, especialmente en depósitos de sustancias peligrosas.
    • La calidad documental: en siniestros totales, lo único verificable es lo que está documentado.
    • La necesidad de integrar tecnología que permita acceder rápido a información clave.
    • La revisión de la cadena logística tercerizada: muchas empresas aseguran menos de lo que efectivamente exponen.

El aprendizaje es claro, en cuánto a que un seguro funciona bien cuando el riesgo está bien declarado, debidamente suscrito, y el análisis técnico puede apoyarse en información completa y verificable. Y cuando eso existe, incluso un siniestro de esta magnitud puede resolverse con precisión, coherencia y sin sobresaltos.