Sólo le basta al PAS prender la televisión por media hora para entender que, si sus clientes, los asegurados, también están mirando televisión seguramente estarán pensando en reducir sus gastos en los próximos meses.
Independientemente de que nunca es sano caer en pánico, se entiende que es la reacción natural de cualquiera que está recibiendo un mensaje de alarma por la situación económica actual del país y se prepara para resistir ante cualquier contingencia que afecte su economía familiar. Ya sea debido al aumento de los precios por la inflación o a la pérdida de ingresos de su negocio en un posible escenario de recesión o, peor aún, la pérdida de su empleo.
Muchos PAS comentan sobre su preocupación ante el posible comportamiento que pueden tomar algunos asegurados en este contexto que, frente a la necesidad de reducir drásticamente sus gastos, quizás recurrirán a buscar reducir su presupuesto destinado a pagar las primas de sus seguros.
Reducir su presupuesto destinado a pagar las primas de sus seguros no sólo implicaría una pérdida en primas y comisiones sino también su responsabilidad del PAS ante los asegurados que, en su afán de reducir costos, comiencen a prescindir de coberturas que necesitan, o infraaseguren sus riesgos o le soliciten al PAS que abandone a los aseguradores tradicionales y les ofrezca el servicio de otros aseguradores que no tengan la calidad de servicio que haga sentir cómodo al PAS o que, quizás, no resulten la mejor opción para el asegurado al momento de tener que cobrar un siniestro.
Reducción de gastos del asegurado
Todo empieza con la percepción del asegurado sobre su situación económica en el futuro cercano. Y si hay algo en lo que no se necesita ser economista para entenderlo es que ninguna familia, o país, puede mantener mucho tiempo sus gastos por encima de sus ingresos.
El asegurado buscará una estrategia para sobrellevar su incertidumbre estableciendo un presupuesto familiar y mantener la disciplina que requiere cumplirlo.
La manera que el asegurado gasta su dinero le ayudará a mantener estable su situación financiera en lugar de endeudarse. El presupuesto le permite establecer de antemano las prioridades sobre cómo vas a gastar cada peso en función de las prioridades que ha decidido el asegurado.
Es claro que aquellos asegurados que no estén pasando su mejor momento económico, o que se hayan asustado mucho sobre lo que pueda ocurrir los próximos meses, no le alcanzará solamente dejar de ir al cine o al teatro o no comer afuera y limitar sus gastos en paseos de fin de semana y vacaciones.
No dejará de alimentarse pero reducirá un poco la cantidad y mucho de calidad de lo que consume. También los asegurados repensarán cómo enfrentar los crecientes gastos de vivienda. El precio del gas, la luz y el teléfono han aumentado de manera significativa.
Finalmente reconsiderarán sus gastos de transporte. El costo de mantener un auto, pagar el combustible, los peajes y estacionamiento se ha vuelto un tema preocupante y algunos asegurados verán su auto más como un lujo que como una necesidad.
Las familias de los asegurados no pueden dejar de comer. El asegurado seguramente irá al supermercado con una lista de lo que necesita comprar, buscará las marcas más económicas y, para evitar la inflación, tratará de comprar en cantidades grandes aquellos productos no perecederos que se consumen con frecuencia en supermercados mayoristas.
Pero seguramente sacrificará ir al cine, al teatro, a un restaurante o a alguna otra actividad de entretenimiento.
Es parte de disfrutar la vida pero es algo que considerará en su presupuesto como completamente fuera de lugar si su familia necesite recortar de manera drástica su gasto.
Lo mismo puede decirse de cambiar su teléfono celular por una versión más reciente o moderna, de la televisión por cable o satélite y de Netflix. Se trata de gastos que solamente tendrá en cuenta en el presupuesto familiar cuando no tengan que sacrificar la vivienda, el auto o la comida.
Un porcentaje importante del gasto se destina a gastos de vivienda. El pago de la cuota del préstamo (o del alquiler) y también los gastos de la casa (agua, electricidad, impuestos municipales, seguro y mantenimiento). Esto además de mantener apagados los electrodomésticos (aire acondicionado), reducir la cantidad de estufas en invierno y apagar las luces de los ambientes que no se estén utilizando.
Si vive alquilado y necesita hacer recortes drásticos en sus gastos, buscará una vivienda más económica y se encargará personalmente de hacer los arreglos necesarios a la vivienda (pintar) para evitar gastos extraordinarios. Por otro lado, si compró una vivienda que no puede mantener buscará venderla y comprar una más económica.
Seguramente la compra de una vivienda más barata reduce la deuda con el banco y el costo seguro de la casa.
Quizás busque un seguro más barato. Algún asegurado modificará el frente de la casa para incluir un local comercial, o tratará de alquilar una habitación o la cochera a un tercero. Esto afectará la cobertura del seguro.
También quien tenga la necesidad de recortar drásticamente sus gastos, considerará la posibilidad de vender su automóvil. El auto se lleva una parte importante de los ingresos familiares.
Tener el auto implica no solamente pagar el plan de ahorro que le permitió financiarlo sino también el seguro, el combustible, los peajes y el mantenimiento. El combustible es un gasto importante.
Hay que tener en cuenta que vender un auto con un plan de ahorro que no se haya saldado todavía puede ser una alternativa para saldar una deuda y comprar uno usado más barato. Si puede quedarse con el auto seguramente buscará conseguir un lugar donde hagan los mantenimientos y cambien aceites y filtros a un precio económico.
Esto por cuanto, al igual que con el hogar, un automóvil mantenido adecuadamente ayuda a evitar gastos extraordinarios en reparaciones mucho más costosas.
Pero también buscará reducir el costo del seguro. El cliente pedirá varias cotizaciones del costo de las primas del seguro de varias aseguradoras antes de tomar una decisión o buscará cambiar de plan.
Responsabilidad del PAS
A muchos PAS le preocupa que, en función de esta búsqueda de reducir gastos, sus recomendaciones como asesor sean desoídas por un asegurado deseoso de pagar menos y como consecuencia de ello no quiera actualizar las sumas aseguradas de sus pólizas, o quizás le pida migrar de coberturas amplias hacia coberturas más restrictivas que las que siempre ha tenido o le pida cambiar de aseguradora por otra más barata pero con peores indicadores de mercado (SSN) que los de la aseguradora que ya tenía.
Por supuesto que, por la característica aleatoriedad de los seguros, si el asegurado no sufre ningún siniestro no habrá problemas ni para el asegurado ni para el PAS.
Pero, si no hay suerte, y el asegurado sí tuvo un siniestro y no es indemnizado, o es indemnizado sólo parcialmente, el asegurado puede querer atribuirle el daño patrimonial que sufrió por no cobrar su reclamo a la aseguradora a la responsabilidad civil profesional del PAS.
Le atribuirá a la culpa del PAS, como error en su asesoramiento, su imposibilidad de recuperar del seguro.
Es verdad que el PAS debe ser diligente en sus funciones pero no debemos perder de vista que es un intermediario. Promueve la celebración de contratos de seguros, poniendo en contacto a los contratantes (asegurados y aseguradoras).
No se constituye en parte del contrato ni en representante de alguno de los contratantes.
El PAS facilita y procura el acuerdo, realizando una actividad meramente material y no esencialmente jurídica. Las regulaciones vigentes lo califican como un intermediario que, respecto a los seguros que a través de su persona se contratan, carece de facultades decisorias y no actúa por ninguna de las partes del contrato, ni decide por alguna de ellas.
Los PAS son terceros respecto del contrato que concluyen. Los PAS no garantizan a las partes del contrato de seguro (asegurados y aseguradoras) el cumplimiento de las obligaciones asumidas cada parte con su contraparte.
En este sentido, el productor asesor de seguros no es garante ni del pago de las primas que debe pagar el tomador ni tampoco es garante del cumplimiento de las obligaciones de la entidad aseguradora.
Sería una obligación de garantía que el PAS no tienen la obligación de prestar, ni por la ley 22.400, ni por la ley 20.091, ni por el CCC, ni por el artículo 40 de la Ley de Defensa del Consumidor.
La vinculación que puede dar lugar a causar la responsabilidad civil por un daño por mal asesoramiento es contractual. El PAS tiene en la práctica una doble vinculación contractual, ya que se vincula con el asegurado y también con el asegurador.
Pero los Productores Asesores de Seguros sí son responsables, frente a las partes del contrato de seguro en que han intermediado, por el incumplimiento de las obligaciones que les impone la ley.
En ese sentido, la Ley 22.400 establece una serie de obligaciones del productor respecto del asegurado, que se resumen en la obligación de asesorarlo adecuadamente.
Si ese asesoramiento no es ejecutado de la manera exigida por la ley, el productor asesor de seguros será responsable por los daños que ocasionen esa falta de asesoramiento o un asesoramiento deficiente.
Vale la pena recordar que la citada norma, en su artículo 10, establece expresamente que los PAS deben “informar a la entidad aseguradora acerca de las condiciones en que se encuentre el riesgo y asesorar al asegurado a los fines de la más adecuada cobertura” y “…comunicar a la entidad aseguradora cualquier modificación del riesgo de que hubiese tenido conocimiento”.
Además debe el PAS “asesorar al asegurado durante la vigencia del contrato acerca de sus derechos, cargas y obligaciones, en particular con relación a los siniestros” y “en general ejecutar con la debida diligencia y prontitud las instrucciones que reciba de los asegurables, asegurados o de las entidades aseguradoras, en relación con sus funciones”.
Incumplir estas obligaciones tiene consecuencias. La antijuridicidad, o sea el cumplimiento por parte del PAS de estas normas que regulan su actividad, sumados a la relación de causalidad entre el daño sufrido por el asegurado y el daño causado por el PAS (siniestro impago y daño al patrimonio del asegurado) sumado también al factor de atribución (que el PAS haya obrado con dolo o culpa), puede ser una combinación explosiva para el PAS y el disparador de su responsabilidad civil ante el daño causado al asegurado por su mal asesoramiento.
La prueba del asesoramiento
A los efectos de cubrir su responsabilidad, en los tiempos de inflación y aumento del precio del dólar (desvalorización del peso) que nos toca vivir, el PAS debe asesorar a sus asegurados sobre la importancia determinar correctamente las sumas aseguradas (de los bienes a asegurar y de las previstas para el caso de responsabilidad civil) además de informar al asegurado sobre las mejores opciones de cobertura y sobre los indicadores de mercado de las compañías que le ofrecen cobertura.
Pero puede ser el caso extremo que, el asegurado, aún advertido de los riesgos de una deficiente contratación no quiere pagar los seguros que realmente necesita.
O contratarlos con una aseguradora que no recomienda el PAS. En esos casos siempre es recomendable, aunque a veces es difícil de cumplir en la práctica comercial, que el PAS deje constancia de esta circunstancia o, mejor aún, que el mismo cliente deje manifestado por escrito que ha sido asesorado y que limita su petición de seguros a tal o cual pauta o tal o cual aseguradora.
De esta manera el PAS tendrá un instrumento para probar la negativa del cliente a seguir su asesoramiento como PAS y tener herramientas para evitar, no sólo el reproche judicial, sino que podrá defenderse del descrédito de una injusta acusación del asegurado que diga “no es mi culpa lo que me pasó sino que fue mi PAS quien no me avisó”.