Maturana
Manuel José Castilla
El que canta es Maturana,
chileno de nacimiento.
Anda rodando la tierra,
con toda su tierra adentro.
Andando por esos montes,
en Salta se ha vuelto hachero.
Si va a voltiar un quebracho,
llora su sangre primero.
¡Chilenito, ay, desterrado!
En el vino que te duerme,
dormido, llora tu pago.
Tal vez el carbón se acuerde
del hombre que lo quemaba;
y que, en el humo, iba al viento,
machadito Maturana.
¿Qué será de este hacherito,
de ese que no ha sido nada?
Irán cantando los vinos,
que ese chileno tomaba.
Zamba del laurel
Armando Tejada Gómez
Si lo verde tuviera otro nombre
Debería llamarse rocío
Si pudiera crecer desde el agua al laurel
Volvería a la infancia del río
En lo verde laurel de tus ojos
El misterio del bosque se asoma
Y la vida otra vez vuelve flor de tu piel
Bajo un sol de muchacha y aroma
Déjame en lo verde
Celebrar el día
Porque por lo verde
Regreso a la vida
Yo muero para volver
Juntando rocío en la flor del laurel
Si lo verde supiera tu nombre
La ternura no me olvidaría
Porque viene de vos puro y simple el verdor
Como el simple verdor de la vida
Se me ha vuelto cogollo el silencio
De esperarte a la orilla del río
Y me gusta saber que un aroma a laurel
Te llenó de rocío el olvido
El Mensú Galopa
Ramón Ayala
Selva, noche, luna…
Pena en el yerbal.
El silencio vibra en la soledad.
Y el latir del monte quiebra la quietud
con el canto triste del pobre mensú.
Yerba, verde, yerba…
En tu inmensidad
quisiera perderme para descansar,
y en tus sombras frescas encontrar la miel
que mitigue el surco del látigo cruel.
¡Neike! ¡Neike!
El grito del capanga va resonando.
¡Neike! ¡Neike!
Fantasma de la noche que no acabó.
Noche mala que camina hacia el alba de la esperanza.
Día bueno que forjarán los hombres de corazón.
Rio, viejo río que bajando vas,
quiero ir contigo en busca de hermandad…
Paz para mi tierra cada día más,
roja con la sangre del pobre mensú.
La Pasto Verde
Marcelo Berbel
Aguada de los recuerdos, lejanos,
Tapera de un dulce ayer.
Tiempo de la “Pasto verde”,
Zamba del coraje hecho mujer.
Tiempo de la “Pasto verde”,
Zamba del coraje hecho mujer.
Brava gaucha en los fortines, sureños,
Bella flor del jarillal.
Mil soldados te quisieron,
Pero la tierra te quiso más.
Sobre la reja, entre las piedras
Donde duerme tu voz,
Mi guitarra lloró.
Sola, esta zambita por las noches
Quiere darte luz.
Porque le duele que digan
Que el criollo neuquino te olvidó.
Quién te llamó “Pasto verde”, fresquita,
Tal vez tu aroma sintió.
Poema de los desiertos,
Besos de un coplero que pasó.
Quizás hablen de tus años, de moza,
La aguada, el grillo, el zampal.
Años de lanza y romance,
Sangre que secó el viento al pasar.
Coplitas Para Mi Muerte
Carlos Di Fulvio
Una mañana de mayo
me dormiré cielo abierto,
cuando despierte a la tarde
me encontraré con que he muerto.
Preguntando por mi nombre
la muerte a buscarme vino,
yo le dije que era al lado
y se lo llevó al vecino.
Debajo de un sauce verde
lo enterraron a un mamado,
de verde que era hasta entonces
el sauce creció morado.
Muy triste le oí a la muerte
de ser muerte arrepentirse,
todo muere en este mundo
ella no puede morirse.
Justo que estaba de chupa
llegó la muerte a buscarme,
le convidé unos vinitos
y se olvidó de llevarme.
Una vez que me haya muerto,
si alguno quisiera verme,
que me cante una vidala
de donde esté he de volverme.
Nadie dude que al momento
de golpear la muerte le abra,
yo me he de morir a tiempo
soy un hombre de palabra.
Muy triste le oí a la muerte
de ser muerte arrepentirse,
todo muere en este mundo
ella no puede morirse.
Por la Vuelta
Enrique Cadícamo
Afuera es noche y llueve tanto…
ven a mi lado, me dijiste,
hoy tu palabra es como un manto,
un manto grato de amistad…
Tu copa es ésta y la llenaste,
bebamos juntos, viejo amigo,
dijiste mientras levantaste
tu fina copa de champán…
La historia vuelve a repetirse,
mi muñequita dulce y rubia,
el mismo amor… la misma lluvia…
el mismo, el mismo loco afán…
¿Te acuerdas? Hace justo un año
nos separamos sin un llanto…
Ninguna escena, ningún daño…
Simplemente fue un “adiós”
inteligente de los dos…
Tu copa es ésta, y nuevamente
los dos brindamos “por la vuelta”.
Tu boca roja y oferente
bebió en el fino bacará…
Después, quizás, mordiendo un llanto,
quédate siempre, me dijiste,
afuera es noche y llueve tanto,
…y comenzaste a llorar…