Donde la cordillera no asfixia, abraza

FAPASA

Aníbal Mario Ércole vive en Ushuaia desde 1982. Junto a su esposa Ofelia y sus hijos, eligieron este rincón austral para construir una vida entre paisajes imponentes y una comunidad diversa. Es Productor Asesor de Seguros y conoce como pocos el pulso de esta ciudad, donde la historia, la naturaleza y la cultura conviven en equilibrio. Aquí nos comparte su experiencia personal y nos invita a descubrir los secretos de la ciudad más austral del mundo.

Mi nombre es Aníbal Mario Ércole, Productor Asesor de Seguros, y hace más de cuatro décadas que vivo en Ushuaia. Llegamos el 2 de noviembre de 1982, junto a mi esposa Ofelia y dos de nuestros hijos, Nicolás y Pablo. Veníamos con el deseo de echar raíces en el sur, después de haber conocido Bariloche. Poco tiempo después nacieron nuestros otros tres hijos —Guillermo, Esteban y María Belén— todos fueguinos. Hoy la familia se amplió con siete nietos, dos de ellos también nacidos aquí.

Cuando llegamos, Ushuaia era apenas una pequeña ciudad de poco más de 11.000 habitantes. Fundada en 1884 por Augusto Lasserre, ya mostraba entonces su particular identidad: un crisol de culturas donde convivían italianos, croatas, yugoslavos, chilenos, españoles, ingleses, bolivianos y otros pueblos hermanos que hicieron de este confín del mundo su hogar. Muchos de sus descendientes hoy forman parte del entramado social de esta tierra que nos abraza.

El nombre Ushuaia proviene del idioma yagán y significa “bahía al fondo” (“ush” = al fondo, “waia” = bahía). La región estuvo habitada originalmente por pueblos originarios como los Yámanas o Yaganes —navegantes del archipiélago fueguino—, los Selk’nam u Onas —nómades del interior de la Isla Grande— y los Haush. Numerosos investigadores como Arnoldo Canclini, Martín Gusinde, Ricardo Rojas, Lucas Bridges, Luis Orquera y Ernesto Piana, entre otros, nos han permitido conocer sus costumbres, formas de vida, vestimenta y alimentación.

Uno de los íconos históricos de la ciudad es el Presidio de Ushuaia, cuya construcción comenzó en 1902 y funcionó como cárcel hasta 1947. Su clausura respondió a razones humanitarias y a un cambio en la estrategia geopolítica del país. Hoy alberga el Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia, donde se pueden recorrer sus celdas originales, ver mobiliario realizado por los internos y conocer cartas y documentos que relatan su historia.

Qué ofrece Ushuaia

Ushuaia tiene dos temporadas bien definidas: primavera-verano e invierno-otoño. En la época cálida, el paisaje invita al trekking por senderos que llevan a lagunas, bosques y miradores inolvidables. Se recomienda hacerlo en grupos, con guía profesional y equipamiento adecuado, ya que el clima puede ser cambiante y exigente.

 

En invierno, el Cerro Castor se convierte en el epicentro del turismo. Con pistas de esquí alpino y de fondo, gastronomía, alojamiento y una amplia gama de servicios, es ideal para quienes buscan nieve y aventura. A esto se suman otros centros como Las Cotorras, Tierra Mayor, Glaciar Martial, Haruwen y Nunatak, donde se pueden vivir experiencias únicas con trineos tirados por perros, raquetas, Snow Cat o esquí de fondo.

Durante todo el año, se pueden realizar excursiones en vehículos 4×4, navegar en catamaranes y abordar el famoso Tren del Fin del Mundo. Esta experiencia, que sigue el antiguo trayecto de los presos en busca de leña, atraviesa el bosque nativo y ofrece una vista privilegiada del entorno natural fueguino.

Gastronomía fueguina

Ushuaia ofrece una amplia variedad de alojamientos y una oferta gastronómica que abarca todos los gustos: desde restaurantes de primer nivel como Kaupe, Chez Manu, Cravia, Tante Elvira, Corteza, Volver, hasta clásicos como Tante Sara, Augusto o el Bodegón Fueguino. También se destacan bares como Club 1210, Krund, Kuar, Jeremy Button y Cervecería Patagonia.

Los grandes protagonistas son el cordero fueguino —único por su pastura y método de cocción— y la centolla, un manjar fresco de pesca artesanal que se sirve natural, gratinada, en empanadas o sopas. Los chocolates y dulces locales también tienen un sello propio.

Imperdibles en Ushuaia