¡Cuidado con el perro! (Nuevos mercados)

FAPASA

De chico, con mis hermanos quisimos tener un perro. Nos entusiasmaba contar con un compañero de juegos como algunos de nuestros amigos y vecinos.

Después de ruegos y presiones varias, mi madre habilitó, no sin cierta resistencia, la llegada de un nuevo habitante a la casa. Lo conseguimos como era norma en aquella época, porque la perra de un conocido de alguien había tenido cría y regalaba cachorritos.

Con enorme expectativa, los hermanos sin ningún adulto, fuimos en expedición en su búsqueda y volvimos trayendo dentro de una caja de zapatos, un cachorro precioso cuya dimensión y estampa futura era, por supuesto, imprevisible.

La negociación había sido ardua y las condiciones impuestas eran estrictas so pena de expulsión inmediata del pobre animalito: el hábitat natural del perro era el jardín, por lo que tenía totalmente vedado el acceso al interior de la casa y nosotros éramos los responsables de su comportamiento, limpieza y comida.

En ese entonces los perros eran eso: perros. Tenía una cacerola vieja donde le íbamos renovando el agua y de comer le dábamos las sobras de la familia, depuradas eso sí, de elementos prohibidos para el animal, como huesos de pollo que se le podían clavar en la garganta o dulces que facilitaban el desarrollo de parásitos.
Creo que la única vacuna que le dimos fue contra el moquillo ya que no visitaba el veterinario (casi no había en mi ciudad en aquellas épocas), dormía bajo un alero a la intemperie y por toda infraestructura su cucha contaba con una frazada vieja.

Igual, Sultán, era un perro feliz.
Desde entonces, un cambio notable se ha producido en la sociedad, tanto en la consideración como en la relación con las mascotas.

Según investigaciones sobre el tema, la Argentina posee una especial afinidad por ellas ya que casi el 80% de los hogares posee una, donde los perros se alzan con el 70% de las preferencias y los gatos con el 30% restante.

Pero lo más importante del cambio tiene que ver con los sentimientos que despiertan en sus propietarios en lo más profundo de sus corazones. Según encuestas encargadas por las empresas de alimento balanceado, para el 60% sus mascotas son “parte de la familia” y un 18% los considera inequívocamente como “hijos”.

Por lo tanto, sus necesidades están asociadas a las de la familia toda, y les caben las mismas categorías que aplicamos a los humanos: desde las más básicas como alimento, descanso, reproducción; seguridad física y salud; hasta afecto, reconocimiento y confianza.

Estas necesidades de las mascotas potenciadas por la afectividad de sus dueños, ha construido un inmenso negocio que no para de crecer y que progresa por encima de las retracciones y baches económicos.

La producción en el país de alimentos balanceados para mascotas alcanzó en 2017 la friolera de 630.000 toneladas, con un valor que alcanzó los mil setecientos millones de dólares.

Las otras actividades que han florecido como negocios ligados a estos animalitos van desde veterinarias o clínicas, medicamentos y vacunas, baños y peluquería, paseadores, accesorios, juguetes, ropa, adiestramiento, guarderías, criaderos y hasta psicólogos.

Y por supuesto ¡seguros!

Hasta hace relativamente poco tiempo, el seguro miraba a los perros como un riesgo para su propietario y lo incluía como una cobertura de responsabilidad civil dentro del combinado familiar. Ahí sí, valía la advertencia del famoso cartelito, al que alude el título de este artículo.

Que desde un lado, tenía una pretensión disuasoria por si alguien creía que tenía despejado el horizonte para intentar una incursión o fechoría, pero también advertía que quien se animara a trasponer los límites de la propiedad aunque fuera en modo amistoso corría un riesgo físico serio.

Desde la legislatura de algunas provincias se promulgaron leyes para definir normativas aplicables a la tenencia de perros potencialmente peligrosos cuyo objetivo era para prevenir daños contra personas u otros animales, lo que en su momento despertó cierta preocupación en los propietarios de ciertas razas como Dogo Argentino, Bull Terrier, Doberman, Fila Brasileño, Rottweiller entre otros, y los movilizó para cubrir su responsabilidad frente a terceros, contratando este seguro.

Cambio profundo en la percepción de riesgo

Sin embargo y remitiéndome nuevamente al cartel, la advertencia ahora se ha invertido. Piensen en alguien que ve avanzar un voluminoso ser humano que no registra en su camino a un pequeño caniche toy. Su dueña/o emitirá el grito de advertencia ¡cuidado con el perro! tratando de prevenir el daño que pueda sufrir el pobre chucho.

El sólo pensar que debe salir corriendo al veterinario para curarle una patita torcida o quebrada, lo inunda de angustia.

La preocupación de cualquiera por sus hijos o familia hoy se ha expandido también a sus mascotas por lo que la pretensión de alimentos, cuidados, regalos y aspecto han igualado al resto de la prole.

Hoy han subido fuertemente en la escala de valores de millones de personas que perciben riesgos sobre sus mascotas que en el pasado ni existían.

Este sentimiento de que algo puede ocurrirle a sus mascotas lo hace tomar previsiones que en el pasado no se advertían. Así aparece el seguro como un instrumento idóneo frente al riesgo con posibilidad de ocurrencia cierta.

En los países en que este seguro se ha consolidado, las coberturas se han ido ampliando, tratando de abarcar todos los aspectos que involucran la salud o la muerte de las mascotas.

Además de otras circunstancias que causan angustia, como los gastos de búsqueda en caso de desaparición, el robo del animal, enfermedades graves, intervenciones quirúrgicas, accidentes de la mascota, hospedaje canino en caso de internación de su dueño.

También por fallecimiento o sacrificio forzoso la disposición del cuerpo y, una suma de dinero para comprar un nuevo cachorro para paliar la pérdida.

El ya citado seguro de responsabilidad civil. Algunos planes incluyen también los denominados servicios de bienestar como cobertura de vacunas, tratamientos anti garrapatas, fisioterapia, nutrición, acupuntura, hidroterapia y otras sofisticaciones.

Entre otros factores que deciden la contratación de este tipo de seguros, están los altos costos de atención veterinaria como por ejemplo los quirúrgicos, que pueden derivarse de un accidente callejero con vehículos u otros animales, hasta operaciones importantes como extirpación de tumores, infecciones o tratamientos por enfermedades pulmonares, hepáticas o renales.
Todo ello con la medicación correspondiente que no es muy distinta ni menos costosa que la de los humanos.

Si bien todavía en el mundo el porcentaje de los animales asegurados es relativamente bajo en relación a la cantidad de mascotas, el número crece en forma incesante.

Países como Suecia y otros países escandinavos tienen cubiertos cerca del 40% de sus mascotas y el Reino Unido el 25%. En Estados Unidos esa cifra apenas alcanza al 2% pero los ingresos por primas en el año 2017 alcanzó la increíble suma de u$s 1.000 millones.
En el Reino Unido ya son 80 las aseguradoras que cubren este riesgo donde las primas crecen aceleradamente y proyectan ventas por más de 1.600 millones de libras para el año 2021. En Francia la cobertura alcanza al 5% de las mascotas y en España está creciendo rápidamente y despegando del 2% que tuvo en el año 2016.

En Sudamérica ya estos seguros se venden en mercados con enorme cantidad de mascotas como Brasil, México y en forma incipiente también en Argentina.

Ya tenemos en nuestro mercado seguros específicos para mascotas, compañías internacionales y locales están ofertando estas coberturas tanto a través de productores como en forma directa, especialmente a través de sus plataformas digitales.

Para los productores es interesante conocer la cobertura y las compañías que las trabajan para sumarlo a su oferta comercial y brindar un servicio poco conocido aún pero que impacta en sentimientos de sus clientes actuales o potenciales. El quid de la cosa está en poder encontrar el perfil adecuado del futuro tomador de estas pólizas, haciendo un exhaustivo recorrido de su cartera de clientes para encontrar el perfil adecuado y aumentar la venta cruzada con productos como éste que amparan esos “afectos especiales”.

El mundo del seguro se está abriendo a nuevas coberturas que surgen como respuesta a nuevas demandas de una sociedad que cambia, que modifica su cultura, que altera sus hábitos y que despierta alarmas sobre cosas que hoy deben prevenirse y por tanto cubrirse, que en un pasado relativamente cercano no importaban o simplemente no existían.